Botonera

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2.4.16

XXIII. LÁGRIMAS 1 - PASEO POR EL AMOR, EL DOLOR Y LA MUERTE, Revista Shangrila nº 26, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2016





Vive l’amour, Tsai Ming-liang, 1994


Entre las más bellas lágrimas del cine –las de Stella Dallas bajo la lluvia, observando desde la calle la boda de su hija, el fruto de su sacrificio y el comienzo de su libertad; o las de la criada de la pensión donde vive Umberto D después de acariciarse el vientre; o las de las espectadoras de una película que se mantiene fuera de campo, acongojadas por el destino fatal de Shirin– las de May Lin (Yang Kuei-mei) en Vive l’amour (Ai Quin Wang Sui, 1994) ocupan un lugar privilegiado en mi memoria cinéfila. En el clímax final de la segunda y extraordinaria película de Tsai Ming-liang, la protagonista de un triángulo amoroso que se ha desarrollado mayormente en los interiores de una Taipei abrumadoramente fría, en pisos francos y espacios de tránsito, consumándose en un baile de gestos elusivos, frases a medias y sexo triste, acaba en una especie de anfiteatro al aire libre, situado en un parque en obras. Después de sentarse en un banco, en un plano general que la coloca a unos metros de un hombre que permanecerá indiferente a su presencia, el corte que pasa a un plano medio de May Lin casi coincide con el inicio de su llanto, que se prolongará durante más de cinco minutos. Son lágrimas en tres actos, lágrimas que buscan constituirse en relato; esto es, una película en sí misma, la vida transcurriendo –o escurriéndose, líquida y salada– ante nuestros ojos.

En el primer acto, el viento ha pegado mechones de pelo en su cara. Sorprende que May Lin no se los aparte. Al cine, como a la pintura, le ha costado hacer visibles las lágrimas: en un caso porque en el gesto recurrente del clasicismo la actriz tendía a cubrirse la cara, como en un arrebato de pudor, reclamando la privacidad que la cámara le estaba robando; en el otro porque, hasta el S. XV, la representación de lo sagrado convirtió el gesto de las manos en metonimia del sufrimiento. May Lin llora sin consuelo; cuando una persona está sola, dice Tsai, es cuando resulta más real. Las lágrimas de May Lin son huellas de lo real (...)

Un llanto en tres actos.
Sobre las lágrimas de Vive l'amour
Sergi Sánchez en Lágrimas 1