Botonera

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31.1.18

IV. "PENSAMIENTOS DEL CINE. LAS PELÍCULAS QUE ACOMPAÑAMOS. EL CINE QUE INTENTAMOS RECUPERAR", Raymond Bellour, Shangrila 2018





La estrella escondida/Meghe dhaka tara (Ritwik Ghatak, 1960)



Está la película que vemos. La película que nos contamos, de la que hablamos. Luego, la película que criticamos, la película que analizamos. Après-coups. Está también la película que acompañamos. Movimiento de la palabra, de la dirección y tal vez del intercambio, cuya realidad está destinada a desaparecer. Après-coup en suspenso. Un trabajo cuya saturación y cuya insistencia, un poco maníaca, lo tornan valioso, puesto que se trata de ver cómo la película, precisamente, opera hasta el final. Es la esencia de la situación de enseñanza, de tantas intervenciones, en cuanto les prestamos el tiempo necesario. He aquí la película que, a pesar del artificio de reescritura, me gustaría volver a encontrar, tal y como tuvo lugar, durante dos horas de un seminario, tras una conferencia acerca de la emoción cinematográfica, el 8 de febrero de 1992, en la Maison de l’Image en Aix-en-Provence, cada cual habiendo visto la película la víspera, algo que evitaba, al contrario de lo que tendremos que hacer aquí, volver a contarla.

Esto significa tratar de pensar, decididamente, qué es una película, pensar en qué palabras nos impone para intentar comprender cómo se convierte en lo que es, a través de la insistencia, la variación y la repetición (es decir, progresión, construcción), especialmente en nuestro caso, en todas las formas posibles de ese desequilibrio dinámico que hace del cine de Ghatak uno de los más difíciles de transmitir, ya que el pensamiento se expresa en él de una manera muy física, porque tanto la imagen-acción como la imagen-percepción se dan en él enseguida, si seguimos las palabras de Deleuze, como imágenes-afección, en concreto, mediante un tratamiento del primer plano que se extiende (incluso a través de los efectos sonoros) a todas las escalas de planos. Es esta insistencia, esta pregnancia una y diversa, lo que es preciso captar, hacer insistir, como hace la película, por extraña que resulte a la hora de nombrarla.



La estrella escondida/Meghe dhaka tara (Ritwik Ghatak, 1960)


Lo primero es esa manera en la que el plano inicial del árbol se toma su tiempo, todo su tiempo. Dos películas más recientes se abren de un modo similar, con el plano aparentemente interminable de un árbol: Et la lumière fut (1989), de Otar Iosseliani, en la que seguimos un inmenso tronco cortado, fotografiado a través del bosque; No, o la vana gloria de mandar (Non, ou A Vã Glória de Mandar, 1990), de Manoel de Oliveira, en la que el árbol colma el encuadre, antes de que la cámara, casi a su pesar, se separe del mismo.

Es el tiempo que, hoy en día, se ha tornado necesario para una imagen, para seguir siendo una imagen, para consistir o resistir en cuanto imagen [...]