Botonera

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26.1.17

XIII. "PASADOS CITADOS POR JEAN-LUC GODARD", GEORGES DIDI-HUBERMAN, Shangrila, 2017.






Godard parece representar por sí mismo toda la autoridad del cine. El cine en persona, el sujeto-cine más allá de todos los objetos-filmes e incluyéndolos a todos. “La apuesta del trabajo de Godard”, escribía Alain Bergala en la introducción a su obra Nadie como Godard, “nunca fue, prioritariamente, triunfar con tal o cual objeto-filme sino plantear al cine (y plantearse con respecto a él) desafíos que ponen en crisis los límites en el interior de los que la mayoría de los cineastas hacen su obra. [...] Godard siempre quiso hacer, al mismo tiempo, un cine y su contrario, y todo el cine, incluido el cine de los otros. Hay por cierto un cine-Godard, pero no es localizable como un territorio dócilmente delimitado por fronteras en el mapa del cine. Como es casi imposible, a un historiador de arte, asignar un lugar a la obra de Picasso, entre las otras obras, en el paisaje de la pintura del S. XX”.

Godard o el autor superlativo, pues. Godard encarna legítimamente la “política de los autores” llevada a su punto de más alta radicalidad. Una política, y una estética, que incluyen “todo el cine”, como escribe Bergala, es decir, todos los autores, mediante la intermediación metódica, incluso hiperbólica, de la cita. El auténtico genio de Godard es haber puesto en marcha, explícitamente, la historia del cine en su propio cine, es decir, confrontarse con todos los autores al integrarlos a su propio trabajo cinematográfico, lo que explica por qué las Historia(s) del cine ofrecen, a los ojos de muchos, un paradigma de su obra entera. Cuando Godard escribe, en JLG/JLG, “Soy una leyenda”, ¿no será para elevar su yo a la potencia de una función supra-personal vinculada a la historia, tanto como a la mitología, de todo el cine? “Soy una leyenda” significaría entonces: frente a mí, que he “leído” íntegramente a los autores del séptimo arte (y a los de todas las otras artes, además), no les queda más que una única aproximación posible, la de un “deber-leer” (legendum) integral aquello de lo que soy ya sea el autor o quien lo cita. La autoridad, en todo caso.