Botonera

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25.11.16

VII. "CUADERNO DEL PAISAJE. MATERIALES PARA UN ENSAYO CINEMATOGRÁFICO SOBRE LA GUERRILLA REPUBLICANA ASTURIANA", RAMÓN LLUÍS BANDE, Shangrila, 2016.




Equí y n'otru tiempu, Ramón Lluís Bande, 2014 - En este puente en la parroquia de Coya (Piloña), la Guardia Civil asesinaba a Aurelio Díaz González, Caxigal; Onofre García; Gustavo Peláez; Luis Ordieres; José Suárez Álvarez, Pin de El Condao, y José Ramón Iglesias.  Era el día 27 de enero de 1948.


Ramón Lluís Bande ha ido construyendo en los márgenes del cine español, comenzando a hacerlo cuando todavía era más complicado que ahora el poder rodar desde la independencia absoluta, una filmografía alejada de la complacencia, desde una postura personal y política –que viene a ser lo mismo– y a partir de un trabajo cinematográfico abiertamente militante basado en la elaboración de un discurso propio y reflexionado. En 2003, con el mediometraje Extratexa, Bande retrataba al guerrillero comunista Manuel Alonso González, a quien también dedica su cortometraje Sangre (2010). En el mediometraje De la Fuente (2014) se centraba en la figura de Aída de la Fuente, mítica figura de la revolución asturiana de Octubre de 1934 asesinada por los fascistas, y en Paisano: un retrato colectivo (2005) llevaba a cabo un acercamiento a Horacio Fernández Inguanzo, ‘El Paisano’, a partir del cual creaba un relato más amplio. Todos estos trabajos, de diferente duración y variada metodología, funcionan de forma individual, pero en su conjunto, sumando a ellas Equí y n’otru tiempu y El nome de los árboles, podríamos decir que cada película es como una pieza de un todo coherente en su desarrollo, que se complementa y se amplía, enriqueciéndose con cada añadido.

Con sus dos últimas películas, Bande ha explorado un par de posibilidades que pueden operar por solitario pero que en su unión conforman un magnífico díptico, y que interesan por su propuesta individual como dispositivos cinematográficos a la vez que nos plantean cuestiones muy interesantes acerca de cómo no debería importar tanto el tema o argumento planteado como la forma que le da sentido. La tendencia a considerar una película “política” solo por su contenido –en ocasiones una simple excusa discursiva cuando no panfletaria– conlleva olvidar la importancia del cómo se ha construido visualmente el discurso y, por tanto, deja de lado la relevante cuestión de que la forma es también parte del discurso que se pretende transmitir: la mirada, es decir, la posición que se adopta a la hora de transmitir unas ideas, de relatar unos hechos, de establecer, en definitiva, el correlato de unos acontecimientos, impone una serie de elecciones, ya sea en el plano documental o en el de la ficción. Y esa mirada hacia el mundo –sea en tiempo presente o pasado– es la que impone un posicionamiento político que no tiene que ver, en realidad, con siglas o con una ideología en particular.

En los últimos años hemos asistido a numerosos, o quizá no tan numerosos, relatos cinematográficos en el cine español que se han acercado a la Guerra Civil desde diferentes perspectivas, aunque en lo ideológico ha primado la mirada desde la izquierda, eso sí, desde una izquierda muy particular, consensuada y delimitada en sus contornos por, en muchos casos, conveniencia. Algunas propuestas eran mejores que otras pero, en general, el tono que ha imperado ha sido el de una mirada ideológicamente condicionada –lo cual puede ser lógico, teniendo en cuenta de dónde se venía y la necesidad de hablar, de relatar lo que había sido más o menos silenciado– que obviaba en buena medida la reflexión formal y daba pie a relatos uniformes e intencionadamente dirigidos a una suerte de épica de la víctima en aras de denunciar al victimario. Sin más. Quizá no fuera poco, pero sí ha terminado siendo insuficiente. Porque en la mayoría de los casos han acabado por ser simples recuentos de hechos desde cierta, o no tan cierta, manipulación emocional. Eso en algunos casos, porque en otros ha existido el oportunismo de, con la mejor intención, estar en el lugar rentable. Pero eso ha supuesto la normalización de un relato histórico condicionado por unos pactos que, en aras de la reconciliación, ha establecido de qué y, sobre todo, cómo se debía hablar [...]

"El ataque del presente al resto de los tiempos"
en Cuaderno del paisaje
 Israel Paredes