Botonera

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21.11.16

"MICHAEL MANN. CREADOR A LA VANGUARDIA", VICENTE RODRÍGUEZ ORTEGA (coordinador), Shangrila 2016






Corrupción en Los Ángeles, Michael Mann, 1989




La construcción identitaria y la huella de un cineasta suele apreciarse observando cronológicamente su obra. En muchas ocasiones autores consagrados aprovechan su situación en la industria, o la misma industria les empuja y se lanzan a modelar nuevas versiones de cintas anteriores. Las reinterpretaciones de la propia obra de grandes autores es relativamente habitual. Desde las versiones mudas y sonoras de Los diez mandamientos (The Ten Commandments) de Cecil B. de Mille en 1923 y 1956, a las versiones perfeccionadas y transnacionales de Alfred Hitchcock de El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much) en sus versiones de 1934 y 1956 el autor siempre ha mirado y reescrito sus propias obras.

Recientemente una figura europea tan radical como Michael Haneke dejó a Hollywood atónita en 2007 mimetizando su Funny Games (1997). Nada sustancial cambia respecto al original: solo actores, escenario e idioma. En este caso el auto-remake es un motivo para realizar una dura declaración de intenciones. Para Haneke, cineasta insobornable, los remakes no son necesarios y Hollywood no le va a cambiar. Previsiblemente el cineasta no volverá a trabajar jamás para el sistema.

Pero si tenemos que comparar al autor que nos ocupa, Michael Mann, con algún que otro cineasta que se reinterpreta, ese sería sin duda Howard Hawks. Mann está reconocido como el más hawksiano de los directores contemporáneos y sus similitudes temáticas, como el tratamiento del personaje masculino y la dialéctica interna que este sufre entre él mismo y su sentido del deber, están muy presentes en la obra de ambos. Hawks realiza un remake de su estupenda comedia Bola de fuego (Ball of Fire, 1941) cambiando la comedia por el musical en Nace una canción (A Song is Born, 1948). Esta reinterpretación no deja de ser la misma película con un género diferente que tuvo que realizar azuzado por Samuel Goldwyn para intentar repetir éxito. Pero si hay reescrituras que tienen más puntos en común con las de Mann es la de Río Bravo (Rio Bravo, 1958) y su nueva versión El Dorado (1966). De nuevo la figura masculina es eje central de la trama, y su sentido del deber el leiv motiv del filme, que en esta ocasión sufre ciertas variaciones y un retorcimiento en la psicología de los protagonistas. Pero en esencia El Dorado no deja de ser una nueva versión de Río Bravo. Huellas y resonancias de estos westerns y sus personajes los encontraremos de forma habitual en el cine y, por supuesto en los auto-remakes de Michael Mann.

Haciendo un ejercicio de textos comparados y cogiendo únicamente los dos auto-remakes de Michael Mann se puede evidenciar cómo ha evolucionado y madurado su poética y observar unas constantes temáticas y estéticas que configuran a Mann como una autor inconformista que arriesga, que perfecciona y que está en una constante evolución [...]

Fragmento de:
Cuando Mann se mira a sí mismo.
Las reformulaciones de Miami Vice y L.A. Takedown
Jorge Pérez Iglesias