Botonera

--------------------------------------------------------------

23.10.16

"MAGDALENA MONTEZUMA. MUSA, MÁSCARA Y MUÑECA", DE MARIEL MANRIQUE, TRAYECTOS [MINOR] LIBROS, SHANGRILA, 2016




La muerte de María Malibrán (1971) y El rey de las rosas (1984-1986), Werner Schroeter; Falso culpable (1956), Alfred Hitchcock; Europa 51 (1952), Roberto Rossellini, La pasión de Juana de Arco (1928), Carl Th. Dreyer.



"La cabeza de Magdalena [...] lleva al extremo la evolución de la noción de “efigie” que emblematiza el límite de la imagen-movimiento y la génesis de la imagen-tiempo en el cine según Gilles Deleuze: en el límite está la “efigie” del personaje de Vera Miles en The Wrong Man, de Hitchcock, una mujer que enferma de esquizofrenia tras una injusta acusación de su marido; en la génesis, la “efigie” de Ingrid Bergman en Europa 51, de Rossellini. Ingrid es allí Irene, la burguesa que abandona a los de su clase para unirse a los desposeídos hasta rozar la santidad y ser recluida en un psiquiátrico. 



Dos “locas”, dos desertoras de la doxa, dos efigies camino a la justicia del desierto, la justicia de Antígona. En su análisis de este pasaje entre dos eras de la imagen cinematográfica, Jacques Rancière señala que mientras el “aristotélico” Hitchcock se detiene en el umbral, sin abandonar el modelo representativo, Rossellini empuja el límite haciendo del rostro de Ingrid Bergman una “efigie alegórica”.13 Al volver de la fábrica, Irene sentencia: “Creí ver condenados”. La fábrica, para Irene, es una “abstracción visual”. Una visión tan intensa que ya no puede concederse al mundo de la representación, que no podría soportarla.

Solo una vez menciona Deleuze a Schroeter en sus dos volúmenes sobre cine, sin detenerse en su filmografía. Lo lamentaré siempre. Me pregunto ante qué puerta hubiera depositado Deleuze la cabeza de Magdalena, un reservorio de intensidad in extremis, una cabeza en estasis y en éxtasis, desanclada de todo relato. ¿La puerta del Infierno de Rodin, la puerta del Paraíso de Ghiberti?


Desde su propio infierno, otra cabeza pregunta a la de Magdalena: “¿Estaré contigo en el Paraíso, esta noche?”. Es la cabeza de René Falconetti en la Juana de Arco de Carl Th. Dreyer, película “maldita”, censurada, perdida al quemarse el negativo, una copia completa de la cual se recupera por azar en un asilo noruego, la única película cuya influencia Schroeter confesó: “[Era] una película que se me había grabado como una silueta eterna, la única película que en rigor me influyó […] lo que dejó huellas, como solo hizo María Callas, fue lo absoluto de Juana de Arco”. Un “absoluto” del que da cuenta la escena del décadrage imposible que corta la cabeza de Falconetti en el borde inferior del cuadro, como si se abismara, en un fuera de cuadro irrepresentable, en otra dimensión de la imagen".


Mariel Manrique




Magdalena Montezuma. Musa, máscara y muñeca