Botonera

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5.12.15

XI. LA SUPERVIVENCIA. HERRAMIENTAS MÍNIMAS - REVISTA SHANGRILA Nº 25.




Prisioneros en Conquista del Desierto



Frente a la creación que se aleja de la vida hasta devenir objeto estéril o mercancía, la obra concebida en condiciones casi imposibles, desde la radical necesidad. Con los materiales más íntimos, así como el animal urde con la seda de sus entrañas el hilo para avanzar, su trayectoria singular en el aire. Creación como gesto íntimo de resistencia: de espaldas a la posteridad, sin más pretensión que la de seguir respirando.
Trazas surtidas del hambre, entrañadas y necesarias –con esa fulguración única de la estrella que perece ante nuestros ojos. Reunirlas a modo de kit de emergencia en tiempos de tribulación. Verlas llegar en la fiebre blanca, nunca tardíamente, para que hablen desde lo más blando a los moribundos y a los resistentes. Para no morir de frío.
Obras supervivientes, obras vivas: una diminuta talla de madera de caldén, postales con matasellos de Mauthausen-Gusen y las veinticinco palabras permitidas, unos versos en catalán escritos en papel de saco de cemento, el dibujo de una mariposa amarilleando en una pequeña maleta de cuero. Fragmentos para resucitar lo intrínsecamente moribundo de la traza definitiva, eso ya en descomposición presente en todo gesto que aspira a la permanencia. Obras que aceptaron su fragilidad y en esa aceptación, se hicieron -paradójicamente- sólidas y resistentes; no por imantación del mármol, sino por concebirse linterna, trineo de auxilio, manta para postergar el algor mortis de los cuerpos. En lugar de hierros para apuntalar el andamiaje de alguna abstracción, hilos flexibles para tejer abrigos con los que arropar los cuerpos a la intemperie, el presente herido (...)




"Cantar mientras el mundo se derrumba.
Las obras supervivientes", Laura Giordani
en La supervivencia. Herramientas mínimas

Revista Shangrila nº 25