Botonera

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19.5.14

XX. MARGUERITE DURAS. MOVIMIENTOS DEL DESEO. Revista Shangrila nº 20-21, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2014.




India Song, Marguerite Duras, 1975



Difícil es, claro que es difícil, la introducción en el caudal cinematográfico –el río mismo de la vida– de elementos pesados, de materiales de arrastre que, en lugar de taponarlo, puedan ser transportados con graciosa levedad como troncos flotantes y que ese ir a la deriva –esa divagación en el centro mismo de su transcurso– lejos de ser obstáculo o rémora, dé sentido y hondura a sus aguas, sean turbulentas o pacíficas. Los intentos son abundantes. El resultado frecuente, la pesantez.
Veamos. Desde que el cine tomó conciencia de sí mismo –o sea, desde muy pronto– la tentación de filosofar, desde la pantalla, se presentó inevitablemente. El cuerpo vivo del cine, aún joven, tomó conciencia del cuerpo, y ya se sabe cuál es el precio que el cuerpo paga por tomar conciencia de sí: la enfermedad. La conciencia es generalmente, tal y como el lenguaje corriente lo dice: “mala conciencia”. Y a su vez, la conciencia del cuerpo es conciencia del tiempo: vejez. Así que la manía filosófica se presenta de diferentes formas.
Pero, hete aquí, que hasta para mostrar la lesión o la vejez, la brecha de la conciencia en el momento mismo en el que se abre la mirada virginal o mítica, o sea, hasta para contar la enfermedad y desvelar la contradicción viva y palpitante, hay que tener tino y acierto. La gravedad tiene que lucir su gracia, si no es tan solo torpeza, resabio, pesadumbre. (...)



De las dificultades de la filosofía y la soltura
del cinematógrafo. En velado recuerdo de
India Song
Isabel Escudero