Botonera

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16.10.12

BI(T)BLIOGRAFÍA: "TERRITORIOS Y FRONTERAS. EXPERIENCIAS DOCUMENTALES CONTEMPORÁNEAS", Fernández, Vanesa; Gabantxo, Miren (eds.) Bilbao: Universidad País Vasco, 2012.

COORDINADOR: AGUSTÍN RUBIO ALCOVER











FERNÁNDEZ, Vanesa; GABANTXO, Miren (eds.), Territorios y fronteras. Experiencias documentales contemporáneas, Bilbao: Universidad del País Vasco, 2012

POR AGUSTÍN RUBIO ALCOVER
Univesitat Jaume I (Castellón)










El reparto de tareas inicial no puede ser más tradicional: tras un prólogo en el que Santos Zunzunegui pone el sentido, las coordinadoras de esta compilación sobre la no ficción española actual, Vanesa Fernández y Miren Gabantxo, se inclinan por la sensibilidad; de ahí que lleguen a contagiarse de los juegos lingüísticos (con las personas verbales) tan caros a varios de los directores cuyas filmografías, a continuación, se abordan. La apuesta es coherente, aunque conlleva riesgos, que sus autoras conocen.

Más que por el análisis, la recopilación, procedente de dos cursos de verano organizados en años consecutivos en la Universidad del País Vasco, se decanta por el género confesional. Hay, virtualmente, paridad entre los textos que tratan las obras en primera persona y los que se aproximan a ellas desde fuera; pero, incluso en las muestras más rigurosas o brillantes de esta última modalidad (Josep Maria Català sobre León Siminiani; Eulàlia Iglesias sobre Isaki Lacuesta; Gonzalo de Pedro sobre el colectivo Los Hijos), el afán por dar a conocer films, o simplemente “piezas”, y cineastas, o artistas, y por ende el tono reivindicativo, prima sobre la distancia crítica. Y es que, como reconoce uno de los autores académicos, el profesor y programador Josetxo Cerdán, que estudia a Andrés Duque y a Virginia García del Pino,

“Personalmente, desde que fui consciente de que formaba parte de dicho juego asumí, en primer lugar, la necesidad de reconocer, siempre que pudiese, y en público, su existencia, y, en segundo lugar, responder ante las consecuencias de tipo profesional y ético que ello comporta. La ignorancia fingida o la pretendida asepsia del crítico o el académico en todo este proceso es algo que me resulta incomprensible” (p. 148).

Así, el volumen en su conjunto se decanta por la implicación frente al desapasionamiento, de manera que, irónica y paradójicamente, las declaraciones de unos cineastas que, permítaseme el símil, podría perfectamente ser englobada bajo la etiqueta de “Generación Heisenberg”, de tan reflexivos, obsesivos e hiperconscientes (y, digámoslo también, un punto autocomplacientes) como son sus miembros del punto de vista; a menudo el lector echa de menos un cierto esfuerzo por bajar a la tierra para hacerse entender, o lo que en su propia jerga se diría “poner los recursos verbales al servicio de la intersubjetividad”.

Muchos de los cineastas muestran, en paralelo a su propensión a filmar las musarañas, una acusada tendencia a la divagación y la boutade (gestos paradadaístas, a estas alturas, casi retardatarios, de puro estereotipados: véase la “Página en blanco (por expreso deseo del autor)” con que despacha el compromiso Lluís Escartín). Lo cual no es óbice para que prácticamente todos los artículos revistan interés, e incluso destaquen por su agudeza (consustancial) o proporcionen pistas y den pie a reflexiones que se antojan fructíferas acerca de los implicados: por poner tres ejemplos, las páginas de Isaki Lacuesta revelan una vez más su enciclopédico y ecléctico conocimiento de la historia del audiovisual; las de Víctor Iriarte y León Siminiani, pese a, o en, su logorrea, resultan tan divertidas como agudas; y las de Los Hijos se agradecen por entrar donde los demás no se aventuran, a saber: el proceso de producción.

Territorios y fronteras, en fin, peca a veces de endogámico, pero, aun por eso, es iluminador acerca de cómo funcionan, retroalimentándose, una cierta práctica de la creación audiovisual más marginal, la ligada a la experimentación, que en nuestro país ha migrado en los últimos años y, para sobrevivir, se ha ligado a las escuelas; y un amplio sector de la academia, que, en absoluta coherencia con sus postulados tradicionales y con sus principios éticos y profesionales, ha puesto al día su ideario, su discurso y sus mecanismos, y ha encontrado en aquéllos los exponentes idóneos del modelo de profesional-autor para el que prepara al alumnado. La crisis está barriendo sin misericordia hasta el último rincón del entramado por el que se ha regido el cine al menos en la última década: crujen los cimientos de la pirámide audiovisual, de la cúspide de la industria cultural más asimilada a los hábitos y preferencias de consumo del espectador medio, a la amplia base de quienes pululan en los aledaños, a quienes se ha educado en la subversión convencionalizada, y se resienten las instituciones (centros de formación públicos y privados, festivales, publicaciones…) que han “canonizado” a estos últimos (y tomo el término del mismo Cerdán). Para calibrar su consistencia y su sostenibilidad, en la presente coyuntura, es para lo que Territorios y fronteras constituye un instrumento insustituible.


El sol en El sol del membrillo, colectivo Los Hijos