Botonera

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9.4.12

BI(T)BLIOGRAFÍA - "ESCRITOS SOBRE EL CINE ESPAÑOL. TRADICIÓN Y GÉNEROS POPULARES"

COORDINADOR: AGUSTÍN RUBIO ALCOVER


Pérez Rubio, Pablo; Hernández Ruiz, Javier Escritos sobre cine español.
Tradición y géneros populares
.
Institución Fernando el Católico,
Zaragoza, 2011
POR AGUSTÍN RUBIO ALCOVER








Algo chirría en la nación y el pueblo, o al final en qué quedamos

De los autores del más aseado estudio sobre el cine de la Transición española;(1) tan productivos por separado que llevaría demasiado tiempo –y sería pedante– extenderse al respecto; y firmantes en comandita, a la sazón, de una ingente bibliografía centrada en las andanzas cinematográficas de diversas productoras (2) y cineastas (3) de la región aragonesa, así como sendos empeños enciclopédicos sobre el audiovisual y los directores maños, (4) aterriza ahora en nuestras manos un volumen tan previsible como afortunado: la Institución Fernando el Católico, que ya tenía experiencia en lides de edición especializada en la historiografía del cinema nacional, (5) ha tenido a bien elaborar una de esas obras de compilación antaño relativamente frecuentes y hogaño cada vez más raros, tanto por las circunstancias de la coyuntura como por una incuria y un desinterés que hunden sus raíces mucho antes de esa crisis que, so capa de la manida frase hecha de los “gajes de…”, tanta tropelía cultural está justificando.
Pero no nos desviemos: este libro, destinado a poner en cuestión la “asociación demasiado rápida y general” del cine español con “formas degradadas de lo popular” (del prólogo, p. 5), recoge algunos textos inéditos –pocos, todo sea dicho, sin ningún ánimo de ofensa; y redactados más bien para servir de argamasa– y otros “rescatados –corregidos y/o aumentados–” (p. 19) que examinan películas y filmografías del periodo que va desde 1924 hasta 1982. A través de cinco capítulos, se analizan las obras de Florián Rey; la estética nacional-católica –con Enrique Herreros, Adolfo Aznar, Orosia (Florián Rey, 1943) y el conocido con el denuesto cine de cartón-piedra como objetos concretos de análisis–; la comedia costumbrista –con parada en Pedro Masó, pensión en Fernando Palacios y fonda en Paco Martínez Soria–; el cine de género –en el que se acomete a Santos Alcocer, El secreto del capitán Tornado (Antonio Artero, 1967), El magnífico Tony Carrera (José Antonio de la Loma, 1968) y ¡Pero en qué país vivimos! (José Luis Sáenz de Heredia, 1967)–; y el cine de la Transición –un apartado mucho más disperso, en el que se repasan obras concretas de José Luis Garci, José Luis García Sánchez, Fernando Trueba, Fernando Colomo, Luis García Berlanga, humoristas como Chummy Chúmez o Antonio Fraguas Forges, Eloy de la Iglesia, las tentativas de un policíaco hispano y el fenómeno del cine S, entre otras cosas.
Los autores se acogen a la docta palabra de Julio Pérez Perucha, y reconocen la impronta de un José Luis Castro de Paz: tras estos Escritos… late la indignación, y el afán de poner las cosas en su sitio y no tanto devolver las cosas a sus justos términos como de desterrar de una vez por todas las ideas preconcebidas que vician la percepción de nuestro cine y se proyectan hasta y sobre la actualidad, común a la magna tarea emprendida hace entre tres y cuatro décadas por una pléyade de valerosos analistas a quienes algún día habrá que rendir un merecido homenaje en forma de reportaje intra/metahistoriográfico –y será apasionante… No es casual que el prologuista Santos Zunzunegui cite a Gramsci, a propósito de la categoría “nacional-popular” (p. 6); ni que, más adelante, los autores retomen del semiólogo vasco la referencia al Pedro Salinas que, en 1970, trazaba una tan comprensible como autojustificativa historia de la literatura española, orientada a separar un grano pretendidamente ubérrimo que fermentaba –y se agostaba– en la República, y guadianescamente se sumergía en el exilio, de la paja. Pérez Rubio y Hernández Ruiz reniegan de la “falta de rigor” y el “desdén intelectual” con que ha sido despachado el grueso de la producción cinematográfica popular española (pp. 95-96), tachados los films de “zafios, industrialmente raquíticos, intelectualmente pobres, etc., cuando no directamente fascistas, escapistas, adocenados…” (p. 140); en fin, todos los consabidos y molestos topicazos. El revisionismo de la apuesta –al igual que en el caso de tan insignes referentes– que hacen es razonable y está razonado –o sea, que queda acotado: así, a la pregunta de si existió de veras un “cine de fazaña”, nuestros estudiosos afirman, con todas las cautelas y matices acerca del verdadero alcance del mismo, de su eficiencia y de su monolitismo, que “de lo que no cabe duda es de que esto es lo que se pretendió desde las instancias oficiales, siendo conscientes al mismo tiempo del potencial manipulador del cine” (pp. 85-86).
Allende alguna tan divertida como abultada errata en forma de palabro (“prolífero”, repetido… ¡cuatro veces), y yendo a cuestiones de verdadero calado, hay en algunos casos, un deslizamiento peligroso por lo mixtificador, o cuanto menos confusionista y rebajador del rigor de la obra, que se troca de agudo análisis en (como todos, discutible) discurso crítico –y un punto contradictorio, por más señas y como trataremos de exponer en seguida, con las pretensiones de revalorización–: véanse al respecto las andanadas contra la comedia madrileña, especialmente virulenta a propósito de ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? (Fernando Colomo, 1978). Otro tanto ocurre con alguna conclusión de trazo, a juicio de quien suscribe, grueso –esa aseveración según la cual “la lógica de las posmodernidad arribará de golpe con Almodóvar a un cine español en buena medida huérfano de modernidad (Franco la secuestró)”.
De ahí que la reivindicación de la cohorte compuesta por Fernando Palacios, Pedro L. Ramírez, Rafael J. Salvia, José María Forqué y Ricardo Blasco, por un lado; y de los de una suerte de pelotón de los torpes formado por los Francisco Lara Polop, Luis M. Delgado, Germán Lorente, “un José María Forqué en ostensible decadencia”, León Klimovsky, Carlos Aured, Manuel Summers, Ramón Fernández, Alfonso Paso, Eugenio Martín y Javier Aguirre, esto es, “los realizadores que, protegidos por la industria y amparados por la legislación, copan el grueso de la producción y marcan la tendencia artística e ideológica general de la cinematografía ibérica, cuyos prototipos serían Francisco Martínez Soria, Alfredo Landa (creador involuntario de toda una subtendencia de semántica ambigua, bautizada ya entonces como landismo) y Lina Morgan” (p. 188); o, más adelante, de Pedro Lazaga, Masó, Sáenz de Heredia, Vicente Escrivá y de nuevo Forqué y Delgado, en tanto en cuanto que cultores de un cine en el que, “Con leves variaciones, los esquemas discursivos del género se mantienen en los límites de estos patrones trasnochados” (p. 218); no deja de pecar de esquizofrénico, entre timorato y vergonzante: a la postre, se tiene la sensación de que se pretendía velar y rendir armas ante textos y cineastas, y de que unos y otros acaban pasados por las mismas –armas…–, oficiando como muñecos del pim pam pum. Lo que no deja de ser sino sintomático de la paradoja de la que nace, con noble empeño, este proyecto, en una pes(c)adilla que se muerde la cola: la de la persistencia de un larvado, inconsciente odio hacia lo popular incluso en las obras que, como bien ha señalado en su reseña Antonio Santamarina, (6) participan de “una idealización romántica” en sí bastante chirriante.



1. Voces en la niebla. El cine durante la Transición española (1973-1982). Barcelona: Paidós, 2004.
2. Moncayo Films. Una aventura de producción cinematográfica en Zaragoza. Con dos guiones de Emilio Alfaro. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1996.
3. Antonio Maenza filmando en el campo de batalla. Zaragoza: Diputación General de Aragón, 1997; Yo filmo que. Antonio Artero en las cenizas de la representación. Zaragoza: Ayuntamiento, 1998; Antón García Abril. El cine y la televisión. Zaragoza: Diputación Provincial, 2004; o El cine de Adolfo Aznar. Huellas de una ausencia. Zaragoza: Diputación Provincial, 2000.
4. Cineastas aragoneses. Zaragoza: Ayuntamiento, 1992; Diccionario de aragoneses en el cine y en el vídeo (1896-1994). Zaragoza: Mira, 1994. También nos dejamos en el tintero sus contribuciones a volúmenes colectivos, del que solo citaremos el capítulo “Esperanzas, compromisos y desencantos. El cine durante la Transición española (1973-1983)”; en ZUNZUNEGUI, Santos; CASTRO DE PAZ, José Luis; PÉREZ PERUCHA, Julio: La nueva memoria: historia(s) del cine español (1939-2000). Perillo-Olleiros: Vía Láctea, 2005, pp. 178-253.
5. Amén del antedicho texto sobre Moncayo Films, el estudio de Marta García Carrión: Sin cinematografía no hay nación. Drama e identidad nacional española en la obra de Florián Rey. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 2007.
6. “A vueltas con ‘lo popular’”; en Cahiers du Cinéma España, núm. 48 (septiembre de 2011), p. 80.

José Luis Sáenz de Heredia